La semana pasada tuvimos la oportunidad de apoyar en la facilitación de un taller con las contrapartes en Guatemala de la agencia alemana Pan para el Mundo (Brot für die Welt). Más que un taller, se trató de un Encuentro sobre género con énfasis en violencia contra las mujeres y masculinidad. El evento tuvo lugar en la capital, así que tuvimos que viajar hasta allá, lejos de nuestro paisaje querido de occidente.
Al formato un tanto rígido de la propuesta original del grupo de enlace, formado por representantes de las contrapartes, logramos darle un tono más alegre y dinámico para propiciar una aproximación más profunda entre las personas participantes, abriendo la posibilidad de un abordaje más decidido a las interioridades personales e institucionales en relación a la problemática de la violencia de género y la masculinidad. Se pretendía que al final de tres dás de trabajo las personas y las instituciones pudieran definir aportes concretos para avanzar en estos aspectos.
Durante la mañana del miércoles 6 de abril estuvimos reunidos con el grupo de enlace, personas maravillosas con quienes compartimos la metodología desde la cual pensábamos abordar el encuentro y que de inmediato se convirtieron en nuestros generosos cómplices. A partir del medio día comenzaron a llegar las representaciones de las organizaciones, a quienes invitamos a ubicarse en sus habitaciones, pasar al comedor y dar inicio a la construcción de su "stand", su puesto, para presentar lo que hace y ha logrado hacer su institución en cuanto a la temática propuesta. Poco a poco fueron cayendo en la cuenta de que su presentación iba quedando enmarcada en el contexto de una feria, de una fiesta de pueblo en la que habría juegos, música, ventas de dulces, colores alegres, sabores deliciosos y muchas sonrisas... y se fueron también haciendo cómplices nuestros...
A las seis de la tarde, luego de una breve invocación maya (era un día tzikin, día de las aves, de la abundancia, de conexión entre cielo y tierra), dimos inicio a la feria. Verónica Girón, de Afopadi, se encargó de convocar al grupo con el sonido de una corneta tipo bubusela africana. Cristina Born, representante de Pan para el Mundo, dio la bienvenida y cortó la cinta simbólica permitiendo el paso a todos los participantes. La sorpresa fue mayúscula. Primero se quedaron parados en la entrada sin saber qué hacer. Poco a poco se fueron acercando a los juegos, a las ventas y a las presentaciones de las organizaciones y al poco rato el salón se llenó de risas y de abrazos.
¿En qué consistían los juegos? Bueno. Eran juegos tradicionales como el tiro al blanco, la ruleta, el lanzar dardos para reventar globos, etc., pero con la novedad de que cada juego apuntaba a visualizar y reflexionar brevemente sobre la problemática elegida como tema del encuentro, al tiempo que conocían información del quehacer de las contrapartes hermanas. Felices fueron llenando una tarjeta en la que les iban colocando un sello conforme pasaban por los juegos.
¿Que cómo se vendían las golosinas? Pues los algodones de azúcar costaban un abrazo; los alborotos (golosina propia de Guatemala hecha a partir de palomitas de maíz o "poporopos", y miel) costaban un piropo; las bolsitas de manías (Maní, cacahuates) costaban un guiño. Es decir, eran pretexto para el acercamiento cariñoso y la ternura entre nosotros, entre nosotras.
Y, claro, no podría haber feria de pueblo sin rueda de la fortuna, que acá en Guatemala llamamos rueda de Chicago. Sólo que la nuestra era horizontal. Cortábamos por un momento la dinámica de los juegos e invitábamos al grupo completo a tomarse de la mano y cantar juntos una ronda infantil, de esas con las que nos inculcaron parámetros de lo que significa ser hombre y lo que significa ser mujer... "Arróz con leche, me quiero casar, con una muchacha que sepa planchar, que sepa barrer, que sepa trapear, que sepa coser y que sepa bordar..." Y vuelta, de regreso a los juegos y a la reflexión.
En el cuarto momento de rueda de la fortuna terminamos todo el grupo abrazados estrechamente y arrullándonos; tratando de traer a la memoria los momentos más alegres de nuestra infancia, invitamos al grupo entonces a ir a descansar y soñar con esos momentos dichosos, para anotarlos al nada más despertar en una pequeña libreta que fue parte del regalo que se les dio al entrar a la feria. Un poco a regañadientes se fueron como niños y niñas obedientes y cansadas a la cama, a soñar.
Muchas personas tuvieron sueños fabulosos. Alguien compartió, por ejemplo, que había soñado su parcela, en donde se encontraba junto a sus vecinos y donde había una gran cosecha de tomates grandes y rojos con abundante semilla. Hubo quien soñó a sus abuelos, a sus hermanos y hermanas, a sus amigos y amigas. Volvieron a sentirse profundamente niños y niñas y profundamente amadas. Este era uno de los objetivos más importantes de nuestra primera actividad, para que desde esa seguridad pudieran lanzarse al salto al vació hacia adentro, que es mucho más difícil que cualquier clavado de los juegos olímpicos.
Creemos que este tipo de ejercicios que cohesionaron al grupo permitió que las personas pudieran avanzar en el tratamiento profundo y sincero de los temas, lo cual se notó al final en la concresión de sus propuestas y en la permanencia del grupo. Sí, porque normalmente en los talleres el viernes a medio día ya todas las personas quieren salir corriendo hacia sus casas, pero en esta ocasión la inmensa mayoría se quedó hasta el final, hasta que a las 10 de la noche nos despedimos y se tapó la marimba que amenizó la fiesta de despedida.
Fue de verdad una experiencia muy rica.
Las contrapartes de Pan para el Mundo que estuvieron presentes fueron, la Fundación Myrna Mack, Nuevos Horizantes, CJC, Alianza de Mujeres Rurales, Masculinidad, Afopadi, Fundebase, CONIC, Plataforma Agraria, ASECSA, PIDASSA y Siembra. A todas ellas un abrazo cariñoso desde este:
Colectivo No'j
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